lunes, 18 de julio de 2011

El comercio marítimo del mullu. Bases económicas de la Confederación de Mercaderes


Los pueblos de la costa septentrional desarrollaron desde el periodo Formativo habilidades marineras, que encontraron su máxima expresión en cuanto a navegabilidad (las grandes almadías oceánicas, de velas cuadradas, podían llevar hasta 50 hombres, mas una carga de 30 toneles) y a uso práctico en lo que se viene llamando la Confederación de Mercaderes. (Esta denominación, basada en el relato de Bartolomé Ruíz recogido en el Códice CXX de Viena, fue acuñada por Jijón y Caamaño en 1938). 

Se ignora a partir de qué momento los manteños, huancavilcas y punenos inician la alianza que dio lugar a la mencionada Confederación. Hay autores que remontan al 500 a.C. la alianza entre los Mantas y los Huancavilcas de Puná y algo posteriores las formadas con Milagro-Quevedo y Atacames, pero existe suficiente acuerdo en estimar que no resultó consolidada hasta que se alcanzó el auge comercial en torno a la comercialización masiva del mullu (hacia 900 d.C.). Posteriormente, se fortaleció por la necesidad de disponer de un potencial defensivo mayor frente a las incursiones cuzqueñas, que desde tiempos de Tupac Yupanqui y a lo largo del reinado de su hijo, Huayna Cápac (entre 1493 y 1527), intentaron conquistar la parte meridional del territorio de la Confederación. 

Cada grupo tuvo su capital, donde residía el curaca (o cacique). En los últimos años el señor de los huancavilcas fue también la máxima autoridad de la Confederación y residió en Salango.
Comercialmente, explotaron el mullu, la sal y las maderas de la zona del Guayas. También distribuyeron productos serranos, como la obsidiana y manufacturaron otros para su venta en distintos mercados (tianguez). Establecieron enclaves coloniales en el mismo territorio ocupado antiguamente por gentes de La Tolita - Tumaco, cuando estas declinaron culturalmente. De ellos aprovecharon, para fines comerciales, los antiguos lugares-santuario (isla de La Tolita, en la desembocadura del río Santiago) y de ellos obtuvieron elementos de intercambio de origen colombiano o de la sierra ecuatoriana, como esmeraldas, oro y coca. 

Crearon dos tipos de moneda: una en forma de hoja de hacha, con múltiplos y divisores, para fines profanos; y otra, el Spondylus, para fines religiosos o afines. Esta última, que era un requisito importante para el culto, actuó de propulsor del comercio en toda el área andina. 

La especialización de los distintos gremios productores fue muy alta. Comerciantes, pescadores, artesanos que manufacturaban el mullu, agricultores y tejedores ocupaban zonas definidas para realizar sus actividades. La isla de La Plata, el más antiguo puerto de intercambio del mullu (2600 a.C.), después santuario Bahía (500 a.C. - 500 d.C.), se convirtió también en centro transformación del Spondylus, así como Salango. En Agua Blanca (en el sur de Manabí) se cultivaron y procesaron gran cantidad de alimentos, excesivos para el número de habitantes locales, de modo que se hizo precisa la ampliación de su red de venta. En la Sequita, población al norte de Manta, la gran cantidad de fusayolas (torteros) indica una alta concentración de la industria textil. 

La Confederación de Mercaderes se comportó como una alianza de naciones ricas y organizadas (interesantes para ser anexionadas por el imperio incaico), con una gran voluntad de independencia (que hizo fracasar una tras otras las incursiones de los emperadores incas) y una irrenunciable vocación comercial. Esta característica hizo que, incluso en periodos de guerra, sus mercaderes especializados (mindala) mantuvieran la actividad comercial sobre el mullu con los funcionarios incas especializados en su provisión (los llamados mullu chasqui camayoc).

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