lunes, 18 de julio de 2011

Spondylus en la cultura Moche: los Señores de Sipán


Los mochicas son uno de los pueblos peruanos más conocidos y divulgados a través de su inigualable cerámica. Su cultura, centrada en los valles de Moche y Chicama, llegó al valle de Lambayeque por el norte y englobó culturas menores como la Virú. No tuvieron ciudades pero sí dieron lugar a una arquitectura monumental (pirámides de adobe), producciones cerámicas y pinturas murales. Por ellas sabemos que diferenciaban entre jefes políticos y religiosos. 

En febrero de 1987, un grupo de arqueólogos peruanos detuvo el saqueo y destrucción de uno de los lugares más significativos de la costa norte: Sipán, ubicado a 40 Km. al sureste de la actual Chiclayo. Aunque una importante tumba de cámara ya había sido expoliada por los profanadores, los arqueólogos pudieron rescatar del saqueo un pectoral de recortes alargados de concha, una máscara de cobre de 25 centímetros de ancho y un espectacular bastón o cetro de cobre fundido de 1 metro de longitud y cuatro kilos de peso. 

 Tras estos primeros hallazgos, la excavación de la parte superior de la estructura funeraria proporcionó 1150 vasijas de cerámica, restos de alimentos, 4 coronas de cobre, huesos de llamas y el esqueleto de un hombre, dispuestos para que acompañasen a alguien de muy alto rango ("El Señor" oSiec, en idioma Mochica). Sucesivamente y en perfecto orden aparecieron los restos fragmentados del cráneo de quien ya se llamaba "El Señor de Sipán", con dos pares de orejeras de oro y turquesas a ambos lados. Luego, tres lanzas agudas y discos de cobre. Los pies del Señor, calzados con sandalias de plata, estaban orientados hacia el norte cardinal y la cabeza hacia el sur. Alrededor del fardo funerario, originalmente envuelto en mantos de algodón, se encontraban muchas conchas de Spondylus traídas desde el Golfo de Guayaquil. Progresivamente, se fueron desvelando estandartes cuadrados con figuras humanas en cobre laminado representando un personaje con los brazos y puños en alto, un par de réplicas en oro de los ojos del Señor y dos ligeras narigueras de oro. Luego, se pudo ver que el cráneo del Señor descansaba sobre un casquete también de oro y se halló un tercer par de orejeras en oro y turquesas que representaban a un venado en actitud de correr. 

Entre los hallazgos más llamativos de la tumba del Señor de Sipán (270 a.C.) se incluyen 11 “pectorales” de pequeñas cuentas de conchas rojas, blancas y anaranjadas de Spondylus, dispuestos no solo sobre el pecho sino también sobre las piernas y debajo del cuerpo. Destaca un pectoral blanco compuesto por 68 hileras de cuentas blancas organizadas sobre cuatro armazones de cobre con perforaciones (Fig. 16). Además cientos de cuentas de turquesas de apenas 2 milímetros formaban los elegantes brazaletes del Señor. Y sobre el pecho, aparecieron dos filas con un total de 20 frutos metálicos de maní; la mitad de oro y la otra mitad de plata. Esta simbólica dualidad o bipartición resultó una importante constante entre los objetos rituales del entierro, pues el Señor al estar orientado de sur a norte, su lado derecho estaba asociado al naciente, es decir, al sol; y la plata de la mitad izquierda ligada al poniente, o sea a la luna. Este orden dual se encontró en otros importantes objetos y ofrendas del ajuar funerario. Así, un lingote de oro reposaba sobre la mano derecha y otro similar de cobre en la mano izquierda. La derecha sujetaba también el más importante símbolo de su poder y jerarquía terrena: una especie de cetro y cuchillo coronado por una vistosa pirámide invertida de oro, con relieves en los que un jefe guerrero ricamente ataviado, tomaba por el cabello a un prisionero y dirigía con la otra mano un mazo hacia el rostro. 

 
Fig. 16. Pectoral del Señor de Sipán




Excavaciones más recientes en la zona han permitido descubrir otras dos tumbas, la del Sacerdote y la del Viejo Señor de Sipán, esta última especialmente rica en hallazgos de Spondylus trabajados. Formando parte del atuendo funerario del Viejo Señor y debajo del pectoral, se encontró un primer juego de collares representando a un personaje sobrenatural con ojos alargados y amenazadora boca felina, de agudos colmillos, conformada por perfectas incrustaciones rojas de concha Spondylus que resaltan su expresividad (Fig. 17). Un segundo grupo estaba integrado por rostros más pequeños con la boca replegada en actitud de mostrar los dientes, confeccionados también con Spondylus pero sin alcanzar la felinización de los anteriores. El último juego tiene un tamaño intermedio y representa cabezas humanas de formas semejantes pero de formato absolutamente realista y sin ningún atributo especial.




Fig. 17. Máscara del Viejo Señor.

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